Se puede afirmar que el Bowling es un deporte de reto, tanto si se practica de manera lúdica como en competición.
La práctica de esta disciplina implica desarrollar una técnica individual tan compleja como se quiera, y en ella se conjugan facetas como: agilidad física, concentración, precisión e interacción física-mental en la coordinación del sentido del ritmo, equilibrio, el control muscular y sobre todo emocional, incluyendo sobre todo la confianza en nosotros mismos.
Las pautas que aquí se reflejan, resultan de una apreciación personal sobre la experiencia que este autor tiene sobre el mundo del bowling, y la intención que únicamente se persigue es, resumir y aportar ideas muy básicas, que permitan al jugador de bowling mejorar su juego; tanto si practica bowling finger como convencional.
Buen estado físico y emocional.
Un catarro, sensación de hambre o sed, cansancio o sueño, etc, operan e inciden siempre negativamente en el estado de ánimo y la disposición a jugar.
Si tienes que competir y te encuentras mal física o anímicamente, es mejor jugar otro día.
La óptima predisposición emocional en este juego tiene mucha similitud al golf; para aplicar la mejor inercia y precisión a la bola no se debe estar ni eufórico ni excesivamente relajado.
Elección de la bola.
La elección de la bola que mejor se adapte a nuestra forma de jugar es fundamental. Debemos elegir una bola, que por su peso y posición de taladros, no merme nuestra capacidad de reproducir correctamente el lanzamiento durante las sucesivas partidas que hagamos.
Algunos jugadores incautos o inexpertos eligen bolas de 15 o 16 libras, pensando que resultará más fácil conseguir pleno, nada más lejos de la realidad, el excesivo peso, resta maniobrabilidad y por tanto precisión; se pueden conseguir muchos plenos consecutivos con una bola de 10 libras, si se realiza el lanzamiento con la suficiente potencia y precisión.
De no encontrar una bola cómoda para jugar o la que conocemos por su número de serie siempre nos la quitan, es recomendable dejarse aconsejar por el personal técnico que mecaniza las bolas y adquirir una bola a nuestra medida (peso, taladros e incluso color).
Comodidad, peso y precisión
Las bolas de uso público están taladradas de forma estándar en función casi proporcional, peso de bola con el peso y fortaleza del jugador, así, de esta manera, una bola de 8 y 9 libras para niños tendrán agujeros pequeños, propios para estos, al igual que las bolas pesadas de 15 y 16 libras, tendrán los taladros más amplios y separados, especialmente pensadas para personas grandes que tienen las manos grandes y con los dedos también grandes o gruesos. Debemos elegir el compromiso equilibrado entre comodidad de peso y precisión.
Por tanto, resulta obvio elegir una bola acorde con nuestra fisonomía, esto nos permitirá afinar con comodidad la bola de pleno y rematar con la suficiente suavidad y sobre todo precisión, todo aquello que nos quede por muy complicado que parezca (a excepción del 7-10).
No elijas una bola para jugar 2 ó 3 partidas que no te permita jugar 8 con absoluta comodidad.